La Paradoja Einstein-TARDIS II Cap.3

De vuelta en la TARDIS, Albert se sentía aturdido. Sacó el amuleto del bolsillo y se quedó mirando cómo un rayo de luz se reflejaba en él. Durante un rato jugó a dirigirlo hacia varios lugares de la nave, incluso a la cara del Doctor que, en ese instante, introducía nuevas coordenadas en la consola de dirección. Finalmente, lo proyectó sobre la palma de su mano intentado apoderarse de todos sus misterios

– Me gustaría correr a la velocidad de la luz – dijo Albert sin darse cuenta de que pensaba en voz alta- competir contra un rayo sobre una pista infinita…

– Tú no puedes viajar a la velocidad de la luz, ni yo, ni nadie…
– Bueno… quien sabe… puede que en el futuro…
– Yo lo sé. Recuerda que soy un Señor del Tiempo, conozco el futuro y te puedo asegurar que jamás nadie, ni nada que tenga masa, logrará alcanzar la velocidad de la luz
– ¿Por qué no? Todo dependería de conseguir una energía suficiente grande para que un cuerpo llegara a acelerar hasta esa velocidad
– Pero existe un pequeño inconveniente. Desde la época de Newton se utiliza la clásica fórmula de la energía cinética, ¿sabes qué es la energía cinética?
– Claro, es la energía asociada al movimiento, depende de su masa y velocidad
– Exacto, la masa de un cuerpo tiende a seguir en reposo o en movimiento mientras no se le aplique una fuerza que cambie esta circunstancia, para provocar este cambio hay que agregar más energía, de esta forma la masa tendrá una nueva velocidad y energía asociada a su movimiento. El problema es que cuando se quiera conseguir una velocidad muy alta esta proporción fallará porque arrojará resultados que violarán el límite de la velocidad de la luz, por lo que no podrá usarse. Por cierto, imagino que a estas alturas habrás deducido que, al igual que el tiempo y el espacio, la masa también es relativa y depende del sistema de referencia, a más velocidad mayor será la masa de un cuerpo…
– Entonces el Orient Express se habría visto como un monstruo de grande- protestó Albert
– No, no es ese concepto de masa. La cantidad de materia que hay en un objeto no varía con la velocidad, no crece su número de átomos ni nada de eso. Me refiero a la resistencia de un objeto a ser acelerado, cuanto más velocidad mayor será su resistencia
– Ahora entiendo
– Por tanto, será necesario tener en cuenta los efectos de la relatividad para calcular la energía y cuando esto suceda…- el Doctor hizo una pausa dramática
– ¿Qué?
– Que se averiguará que un cuerpo que pretenda ser acelerado hasta alcanzar la velocidad de la luz requerirá una energía infinita;  de ahí ese pequeño detalle de ser algo imposible, por otro lado, la masa crecerá de manera infinita para que aumente la energía, lo que también es imposible- En ese momento, las luces de la TARDIS se apagaron y en el aire se materializó de forma holográfica la expresión:

que comenzó a girar sobre sí misma produciendo destellos. Albert estaba realmente impresionado, el Doctor continuó:

– Al final, se llegará a deducir esta fórmula- dijo señalándola- Ella nos dice que la energía de un objeto en reposo es igual a su masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado y de ella se desprende que masa y energía son equivalentes, dos manifestaciones de un mismo fenómeno
– Sería como decir que podríamos transformar la masa en energía y la energía en masa
– De hecho, una pequeñísima cantidad de masa se puede convertir en una enorme cantidad de energía porque al estar implicada la velocidad de la luz al cuadrado, el resultado son muchos, pero que muchos ceros. Este tipo de proceso es el que sucede en el interior de las estrellas mediante reacciones nucleares, pero también se realizará de forma artificial
– Grandes cosas se podrían hacer en el futuro con este descubrimiento
– No lo dudo, pero también peligrosas y terribles. El uso de esta fórmula conducirá a los científicos a querer extraer una enorme cantidad de energía rompiendo el núcleo de los átomos y comprenderán que estarán ante un arma muy poderosa. Cuando los seres humanos se encuentran en guerra, es muy tentador aferrarse a algo que puede hacerles vencer, sin reparar en las consecuencias. Algún día, tus conocimientos se pondrán al servicio de esta necesidad sin que lo puedas evitar, pero piensa esto Albert: Nada justifica el asesinato de miles de personas. Lo peor que le puede pasar a la humanidad es que el fruto del conocimiento científico caiga en manos de políticos sin escrúpulos. Así que, si algún día te sientes tentado… espero que recuerdes esto- entonces el Doctor invitó a Albert a asomarse a la puerta de la TARDIS y éste pudo ver un  impactante hongo en el cielo en algún lugar de la Tierra, entonces, el vértigo inundó su mente, mientras el doctor comentaba:
– Esa nube llevará a la tumba a miles de personas y a generaciones futuras, contaminará el agua y la tierra por mucho tiempo. Nada justifica esto, Albert, nada…- y escuchando el eco de sus palabras terminó por caer en un profundo sueño.
                                                                          ***
– ¡Eh, chico! ¡Despierta! ¿Qué haces aquí tan tarde?- le preguntó un gendarme mientras intentaba reanimarle mediante desagradables palmaditas en la cara
– No sé, había una nube de polvo gigante…
– Bueno, supongo que la que habrás levantado al caerte por ese terraplén- dijo señalando el desnivel que quedaba a su espalda- debes tener más cuidado y no adentrarte por lugares abandonados. Menos mal que al ver la puerta del solar abierta, hemos entrado a investigar, ahora te llevaremos a tu casa.
Albert se levantó aturdido, su mente era un vórtice de ideas que empezaban a escapar de su recuerdo, ya no sabía diferenciar el sueño de la realidad. Notó que en su mano sostenía el amuleto y observó cómo la luna lo hacía brillar, entonces pensó: “Aún poseo la llave del universo”

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