Son muchas las implicaciones filosóficas que plantea la posibilidad de vivir en un mundo simulado. Por ejemplo, si somos parte de una simulación… ¿Cómo es que tenemos un cerebro consciente?
La posibilidad de que se pueda reproducir la consciencia en un medio no biológico ha dado lugar a grandes debates como también comentamos en en las entradas “¿Zombis o Fantasmas? I” y “Más allá de la singularidad II”.
El filósofo David Chalmers cree que los cerebros simulados podrían tener conciencia igual que si fueran reales y nos propone un experimento mental que consiste en reemplazar las neuronas de un cerebro humano, una por una, por chips de silicio que duplicarían la funcionalidad de las neuronas. Al hacerlo de esta forma no se puede esperar que la consciencia se desvanezca durante el proceso o de forma repentina, sino más bien se conservaría dentro de un cerebro totalmente de silicio.

¿Podría tener conciencia un cerebro simulado?
En su libro «Reality+: Virtual Worlds and the Problems of Philosophy», distingue entre “bio-sims” que tienen un cuerpo real fuera de la simulación y los “sims puros”. Si tomamos como referencia la película “Matrix”, los primeros serían el equivalente a Neo y Trinity que poseían cerebros biológicos, aunque sus mentes se encontraban dentro de la simulación y los segundos serían equivalentes a los “agentes” cuyos cuerpos y mentes estaban creados por la computadora. De esta forma tienen cabida en la teoría de la simulación quienes defienden que la consciencia solo puede darse en un cerebro biológico (bio-sims) y los que piensan que podría surgir dentro de la propia simulación (sims-puros).

Neo es un bio-sim y los agentes son sims puros
Respecto a considerar a los programadores de la simulación como dioses, Chalmers opina que no tienen que ser necesariamente buenos o sabios, y nos propone que imaginemos que se trate tan solo de un hacker adolescente encerrado en su habitación dentro de un universo superior, lo que situaría la simulación en algo muy lejano a una religión.
Está de acuerdo con la posible existencia simulaciones dentro de simulaciones, pero no de manera infinita, como en la vieja historia donde el mundo está sentado sobre una tortuga, y ésta sobre otra, y así sucesivamente. Es más intuitivo pensar que debe existir una realidad básica que no se encuentra dentro de ningún otro universo, aunque siempre se puede dudar de si es realmente necesaria. Lo peor sería que viviéramos en una simulación perfecta, es decir, que los programadores hubieran conseguido simular la física perfectamente y que todo evolucionara conforme a ésta, entonces no podríamos saber nunca si nos encontramos en una simulación o no.

En algún lugar debe existir el nivel básico de la realidad
Si pudiéramos estar seguros de que vivimos en una simulación puede que quisiéramos escapar de ella o que quisiéramos ponernos en contacto con los programadores, pero para Chalmers esto no significaría que la vida no tuviera sentido. Lo importante no es de lo que está hecho el mundo sino las experiencias conscientes y las relaciones con otras personas, y eso está siempre presente ya sea en una simulación como en la realidad.
El economísta Robin Hanson, opina diferente a Chalmers. En su artículo «Cómo vivir en una simulación» opina que si nuestros descendientes fueran capaces de hacer simulaciones, entonces es seguro que estamos viviendo en una de ellas. Y aunque no lleguemos a saber las razones y la naturaleza de dichas simulaciones, nos podríamos guiar por las que se realizan en la actualidad.
Nos propone como ejemplo una simulación de una fiesta creada para un invitado en particular. Si éste quisiera abandonarla y salir a la ciudad, las personas simuladas de la fiesta podrían ser «borradas» y «reemplazadas» por otras que deambulen por la misma calle que recorre el invitado. Entonces, si supiéramos que vivimos en dicha simulación y quisiéramos sobrevivir el mayor tiempo posible, querríamos disuadir a quien tuviera intención de marcharse de de la fiesta para que ésta no acabase antes de tiempo y nos aseguraríamos de que el invitado no se aburriera.

Si no somos de utilidad, seremos borrados
Es decir, conocer la naturaleza de la simulación podría hacer que nuestra vida durara más tiempo, que fuéramos más felices, pero a cambio, tendríamos que entretener al simulador que nos observa. Esto podría implicar convertirnos en personas divertidas, violentas, extrañas, heroicas, sexis, etc. y no necesariamente tener que ser virtuosos. Así que, cualquier motivación que se tuviera para el futuro, como ahorrar para la jubilación, por ejemplo, o ayudar a los pobres de Etiopía, no tendría sentido porque comprenderíamos que no tendríamos jubilación y que no existiría Etiopía. Por tanto, sería mucho mejor que nos preocupáramos menos por los demás y más por vivir el presente.
Puede ser que nunca sepamos con seguridad si vivimos en una simulación o no, sería difícil comprobarlo sobre todo si la realidad se simulara de forma perfecta, como opina Chalmers. Sin embargo, algunos científicos han ideado experimentos para encontrar “pistas” en nuestro universo que delate esta posibilidad.
Si quieres saber cuáles son no olvides pasarte por la tercera entrada.
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Referencias:
