Algo similar sucede respecto al espacio. Creemos que éste es un gran contenedor sin paredes lleno de objetos con distintas formas y colores separados unos de otros. Es el lenguaje humano quien decide donde están los límites de un objeto y donde comienza el siguiente. Sin embargo, la física cuántica arroja serias dudas sobre si los elementos individuales, incluso distantes, están verdaderamente separados. En 1964, el físico John Bell investigó si las partículas separadas podrían influenciarse de forma instantánea a grandes distancias (ver entrelazamiento cuántico en “El Fantasma de Einstein” demostrando que el acto de observación al colapsar la función de onda de una partícula entrelazada influía sobre la otra de forma inmediata aunque ésta estuviera al otro extremo del universo, actuando como si no existiera ni espacio ni tiempo entre ellas.
Para el biocentrismo esto significa que lo que observamos se encuentra flotando en el campo de la mente que no está limitado por el espacio-tiempo. El espacio y el tiempo son formas de nuestro sentido animal de percepción y no poseen una realidad independiente. Los llevamos como las tortugas llevan su caparazón.
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Burbujas de individualidad en una conciencia universal |
Unos de los inconvenientes que admite Lanza sobre la necesidad de un observador consciente es que nos conduce al solipsismo (ver “Yo pienso, luego tu existes»). Sin embargo, considera que todo el mundo asume que existe una separación absoluta entre las individualidades, pero podría suceder que no hubiera dicha separación y que existiera una conciencia mutua. Esta conciencia universal estaría ligada a toda forma de vida y en una parte de ella residiría la experiencia de cada conciencia individual. Por cada vida existe un universo, su propio universo. Se generan burbujas individuales de existencia. El planeta se encuentra repleto de billones de esferas de realidad generada por cada individuo e incluso por cada animal. Cuando dos individuos se encuentran las esferas de realidad de cada uno de ellos se interceptan también.
Otros de los grandes misterios del universo es la explicación al fenómeno denominado “El principio de Ricitos de Oro”, es decir, como podemos explicar el ajuste perfecto de las fuerzas del universo y de sus constantes universales para que se produzcan las interacciones atómicas, la existencia de los átomos, los planetas, el agua líquida para que pueda producirse la existencia de la vida (ver “¿Que pasaría si?”).
– Una nueva teoría del universo. Con la vida en la ecuación, el biocentrismo crece con la física cuántica. Robert Lanza. Revista Elementos: Ciencia y cultura